Al matrimonio compuesto por Lorerky Muñoz y José Ángel Prati la vida no les deparó hijos. Sin embargo, en justa recompensa, les otorgó una perrita llamada Milly, a la que catalogan como «su bebé».
«Fue un regalo de mi esposo para mí. Como nosotros no pudimos tener hijos, decidió regalármela para que me acompañara, porque él viajaba mucho», contó Muñoz.
Esta schnauzer miniatura, que hoy tiene 17 años, es una «hija perruna» valiente, aseguró su dueña.
Aferrarse a la vida es lo suyo, tarea que superó con ayuda del veterinario Óscar Robert.
«¡Con el doctor hemos vivido tantas!», exclamó Muñoz al recordar el momento en que llevaron a Milly a casa.
Según contó, la perrita venía muy pequeña y baja de peso.
«El doctor lo que nos dijo fue: ‘Lo primero que hay que hacer con ella es ver si la pegamos'», rememoró.
Y con el corazón en un hilo y la esperanza al frente, la familia Prati Muñoz superó aquel momento.
Fueron tiempos duros. Hubo que chinear mucho a la perrita. Por un lado, el doctor la revisaba en su consultorio y le proporcionaba las vitaminas y los medicamentos necesarios para su recuperación. Por otro, los dueños trataban de propiciar un buen ambiente para ella en casa.
«Había que arroparla con una franelita. Ella misma, solita, buscaba dormirse encima del pecho de uno. El doctor nos decía que era que estaba buscando el latido del corazón de la mamá», revivió Muñoz nostálgica.
Según afirma la dueña, el veterinario presume que a la perrita la destetaron muy pequeña, o bien, que fue la última de la camada y, por lo tanto, afrontó difíciles condiciones al nacer.
Poco tiempo después, Milly libró una dura enfermedad producto de un parásito que la invadió.
Años más tarde, por los embates de vejez, volvió a verse afectada de salud por la caída de los dientes.
No obstante, ambos episodios también fueron superados gracias al cuido de sus amos y a la asistencia veterinaria del doctor Robert.
“Él nos ayudó a que no se nos muriera. Si no hubiera sido por la ayuda de él, ella no estaría con nosotros”, afianzó Muñoz.
Lo cierto es que, pese al paso del tiempo y aún con los padecimientos típicos de la tercera edad, como ceguera, sordera e incontinencia, Milly sigue siendo uno de los mayores impulsos de la familia Prati Muñoz.